Sobre todo durante los primeros años de convivencia, muchos padres pasan por momentos en los que se preguntan si la adopción es la causa de las dificultades de sus hijos. ¿Cómo saber si sus inseguridades o sus preocupaciones son normales a su edad? ¿Cómo distinguir si la causa está o no relacionada con la adopción?
Conviene recordar que los niños son niños. Si recuerdas tus años de infancia, seguro que recuerdas momentos difíciles, miedos que te aterrorizaron y situaciones en las que te sentías hundido en un vaso de agua. Muchos niños, adoptados o no, pasan por fases en los que les aterroriza la oscuridad, se obsesionan por la muerte o se entristecen al no sentirse aceptados por sus compañeros de clase. Tan peligroso como olvidar que lo ocurrido en el pasado ha contribuido a modelar su personalidad y su manera de actuar es pensar que todo lo que les pasa se debe a que son adoptados.
Es normal que nos preguntemos si un comportamiento que nos desconcierta está relacionado con su historia o con una etapa natural de su madurez. ¿Cómo saberlo?
En general, la adopción es una carta más que influye en su comportamiento y en su manera de sentir. Lo mismo ocurre con las diferencias físicas o “la raza”, que sobre todoa partir de los 10 años suele cobrar para ellos una gran importancia.
Es bastante habitual que a los siete años un niño se sienta herido por lo que considera la traición de un amigo; el hecho de haber vivido un abandono a edad temprana puede hacer que este sentimiento sea vivido con mayor intensidad y angustia. Es frecuente entre los adolescentes pasar por fases en las que sienten que nadie les comprende; el hecho de ser adoptado o racialmente distinto añade a este sentimiento una capa de complejidad (“no encajo porque soy diferente a los demás”).
Por otro lado, a medida que los niños crecen, van entendiendo con mayor profundidad todo lo que la adopción implica. Con cada avance, se plantean nuevos interrogantesy aparecen en ellos nuevos sentimientos con respecto a su historia y las personas que han sido importantes en ella. Mientras su cabecita se martiriza dándole vueltas, por ejemplo, a las razones de su madre biológica, es muy posible que se sienta triste,irascible o que le cueste concentrarse en los estudios.
Con el tiempo, los padres vamos aprendiendo a conocer a nuestros hijos. Aprendemos a intuirnos los unos a los otros, y a percibir cuándo hay algo que nos preocupa o qué tipo de cosas nos ponen nerviosos o nos sacan de quicio. Si en algún momento tu hijo muestra un comportamiento problemático que piensas que puede estar relacionado con la adopción o que simplemente no sabes cómo manejar, es aconsejable acudir a un especialista. Pide una cita con el psicólogo que haya trabajado con familias adoptivas para explicarle la situación. Él pueda ayudarte a:
- interpretar correctamente lo que ocurre.
- Darte algunas herramientas o ideas para ayudarle a superar el problema.
- Evaluar si el niño necesita algún tipo de ayuda extra.