La primera regla de oro para hablar con nuestros hijos sobre cualquier tema debe ser la honestidad. En distintos momentos de su maduración se interesarán por diferentes aspectos de la adopción y debemos estar preparados para ir dosificándoles la información a medida que puedan procesarla.
Ya desde la etapa preescolar, los niños empiezan a observar y descubrir el mundo más allá de las paredes de su hogar. Cuando ven otras mujeres embarazadas, es normal que el tema les despierte curiosidad y quieran saber si ellos también estuvieron en la barriga de su mamá. Esa puede ser una primera ocasión para hablar de su familia de origen, si es que el tema no ha salido antes.
Adecuar las explicaciones a la edad del niño no significa edulcorar o tergiversar su historia.
No necesitan aún complejas explicaciones, pero tienen derecho a que les respondamos con naturalidad sin evitar el tema. “Antes de nacer tú estuviste en la barriga de Fulanita (o de una mujer en la China), tu madre de nacimiento” puede ser una buena manera de introducir el tema.
Para alivio de los padres, cuando los niños son pequeños, encajan sin dificultad estas primeras informaciones. Las explicaciones dadas de una forma positiva en el ambiente cálido de la familia sacian su curiosidad y les dejan tan tranquilos. Puede parecernos entonces que lo tienen completamente asimilado, pero conviene recordar que tendrán la necesidad de seguir profundizando en el tema en el futuro.
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