Los más pequeños de la casa estos días piden en sus cartas los juegos más novedosos y con más tecnología de última generación pero, ¿son los mejores?
Sofisticados coches teledirigidos, muñecas que hablan y patinan, consolas portátiles, teléfonos móviles?etc. Estamos en unos momentos en el que se valora lo último y más nuevo, pero ¿es con lo que más disfrutan? o ¿juegan sólo un momento y enseguida necesitan otra cosa más nueva? ¿Para que sirven los juguetes? ¿Sólo para saciar su hambre consumista de última tecnología?. ¿O están pensados para ensayar sus relaciones interpersonales y los lazos afectivos?.
Los juguetes tradicionales generan apego afectivo, cosa difícil de conseguir con una consola portátil.
El apego, el cuidado el cariño hacia su juguete favorito es indispensable para fortalecer y aprender a desarrollar vínculos afectivos hacia estos juguetes que formaran parte de su vida emocional y posteriormente sepan hacerlo con sus amigos, compañeros y futuras parejas.
A veces un muñeco de trapo que se pueda abrazar y dormir con él sin temor a estropearlo o un coche que se pueda arrastras y empujar sin miedo a que se rompa, son mucho más efectivos y pedagógicos.
Es importante que sean capaces de cuidar y proteger a su mejor amigo de peluche, en lugar de perderlo o estropearlo y cambiarlo por uno nuevo. Es lo que ahora hacemos con nuestras relaciones, valoramos más las nuevas adquisiciones que los entrañables amigos de siempre. ¿Porqué será?