Infertilidad y esterilidad son dos términos que se emplean como sinónimos por cuanto ambos suponen problemas para tener hijos. No obstante, hay un claro matiz diferencial: mientras que la infertilidad supone no poder tener hijos, pero pueden haberse producido embarazos no viables o que no llegan a feliz término; en la esterilidad no existe la posibilidad de gestación sin la ayuda de las técnicas de reproducción asistida.
La infertilidad descansa, a partes iguales, en uno de los dos miembros de la pareja o en los dos.
Las estadísticas son contundentes: en un 25% de los casos el problema se debe al hombre, en otro 25% a la mujer y en el 50% restante son ambos quienes tienen una alteración en el potencial de su fertilidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la fertilidad-esterilidad como una enfermedad. Si después de todo un año de intentos, una pareja en edad fértil no logra un embarazo, lo habitual es que haya algún problema de base, que requiera la ayuda del médico.
En España una de diez parejas en edad reproductiva no puede tener hijos sin las técnicas de reproducción asistida, de modo que el problema afecta a unas 600.000 y cada año aparecen 30.000 nuevos casos.