Ya lo hemos comentado en infinidad de ocasiones en Bebera. Y es que en lo países desarrollados la gran mayoría de los embarazos en las parejas estables son actualmente planificados. Esto es, se decide y se programa, dentro de lo posible, cuándo se quiere tener un hijo.
Dicen que los bebés vienen con un pan bajo el brazo. ¡Pero qué pronto se lo comen!, pensarán muchos padres. El hecho es que la llegada de un bebé, que suele ser una gran fuente de alegría, representa también una serie de gastos inevitables, que repercuten necesariamente en la economía familiar.
En las épocas de recesión económica muchas parejas deciden posponer la planificación de la gestación.
En épocas de recesión económica, como la que estamos pasando ahora, muchas parejas se ven obligadas a posponer un embarazo deseado, porque hay que apretarse el cinturón y limitar al máximo los gastos. Esto repercute necesariamente en un descenso o al menos una contención temporal y pasajera de las tasas de natalidad.
Es cierto que a algunas familias no les afecta la crisis económica en absoluto. Pero son mayoría las que se ven obligadas a cambiar algunos de sus proyectos vitales, como el traer un hijo al mundo. Todo tiene su fin.
Esperemos que estos malos momentos pasen pronto, no sólo para no sentirnos presionados y con el agua al cuello, sino también para que no interfieran en planes tan personales, íntimos y respetables como la ansiada llegada de nuestro bebé.
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