Bajo este título, tuvo lugar en Donostia una interesante jornada organizada por ANICHI, en la que se habló de la adolescencia, la formación de la identidad y la necesidad de entender lo que para nuestros hijos implica el saberse adoptados.
La jornada comenzó con una mesa redonda en la que se habló de los desafíos que vamos encontrando a medida que los niños adoptados crecen, tanto en número como en edad. Pero, sin duda, lo más interesante se dijo en la segunda mesa, la que llevaba por título “Cuando te conviertes en adulto”.
La mesa contaba con tres ponentes excepcionales. Javier Mugica, terapeuta familiar y uno de los profesionales que más experiencia tienen en el área de la postadopción, abrió el fuego exponiendo sus reflexiones sobre la adolescencia de los adoptados. Le acompañaba S., una madre llena de coraje que generosamente compartió las luces y las sombras de su experiencia. Ella adoptó en una época en que a los padres se les decía que todo era cuestión de “cariño y sentido común”, y que de la adopción y los orígenes mejor hablar lo menos posible: si surgían preguntas, contestarlas; pero en caso contrario se recomendaba no sacar el tema.
S. se emocionó y emocionó al auditorio al explicar las dificultades con las que no contaba al principio del camino y el alivio que había supuesto encontrar al fin ayuda para comprender las dificultades de su familia. “En España hemos manejado este tema de forma lamentable” apostillaba Mugica. “Esa visión edulcorada de la adopción, que rechaza la idea del abandono como punto de partida, impide que se pueda elaborar de una forma adecuada”.
Tal vez el testimonio más conmovedor fue el de Anne, una mujer de 30 años adoptada a los 10 días de nacer en Kosovo. Anne vino desde París para explicarnos la labor de la asociación La voix des adoptés (“La voz de los adoptados”) y lo que para ella y para muchos había supuesto aceptar lo que llamó “la herida primaria del abandono”.