El término folatos incluye un amplio grupo de compuestos derivados del ácido fólico. Prácticamente todos hemos oído hablar de los folatos y también es cierto que una gran mayoría no tiene bien claro qué son estos elementos y qué importancia tienen en el buen desarrollo de la gestación.
Estas sustancias, que se incorporan al organismo mediante la alimentación, son necesarios para mantener la salud del cuerpo humano, ya que están implicados en diversos procesos metabólicos del organismo. Es por eso de la importancia que tiene el ácido fólico en el embarazo.
Teóricamente, en los países desarrollados y con una alimentación normal no se suelen producir anemias por déficits de folatos. No obstante, conviene tener presente que estos micronutrientes son termolábiles, es decir, vulnerables a los cambios de temperatura, por lo que los procesos a los que son sometidos los alimentos (ebullición, esterilización o congelación) influyen en la disminución de concentraciones de folatos.
Alimentos que aportan ácido fólico en el embarazo son los vegetales verdes y especialmente en el brécol.
Existen algunos grupos de población particularmente expuestos a las carencias de estos compuestos en las sociedades industrializadas: las embarazadas, las mujeres lactantes, los ancianos y los bebés.
Desde hace unos quince años hay evidencias científicas de que la administración de ácido fólico en forma de fármacos durante el periodo preconcepcional y en los primeros meses de embarazo disminuye significativamente el riesgo de recién nacidos con defectos del tubo neural.
Actualmente, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y otras sociedades científicas internacionales competentes recomiendan, sistemáticamente, la suplementación farmacológica de estos compuestos desde que se desea concebir un hijo y hasta finalizado el primer trimestre del embarazo. El 21% de todas las anemias de la gestante se debe a carencia de folatos, ya que, al igual que la anemia por déficit de hierro, es muy frecuente al aumentar las demandas de estos micronutrientes en el nuevo estado.
Actualmente, en todos los países desarrollados se administra de forma profiláctica a las embarazadas (y mejor aún desde que se desea concebir un hijo) hierro y también folatos, para la prevención de malformaciones fetales como la espina bífida.
La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo controlado de ácido fólico durante el embarazo.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en cuanto a las necesidades diarias de estas sustancias para mantener su equilibrio en el organismo son las siguientes: desde el nacimiento hasta los seis meses de vida: 40-50 microgramos; de los siete a los doce meses: 120; de uno a doce años: 200; adultos, embarazadas y lactantes: 400.
La reserva total de folatos es de 5-20 microgramos. Si se tienen en cuenta las necesidades diarias de estas sustancias, tal reserva no dura mucho cuando es insuficiente su aporte a través de la dieta, considerando además que cada día se eliminan por la orina de dos a cinco microgramos.
Los trastornos del tubo neural por carencia de ácido fólico.
Los trastornos del tubo neural que pueden prevenirse con la administración farmacológica de folatos se suelen producir a la altura del cerebro y de la columna vertebral. En el primer caso pueden aparecer dos procesos: anencefalia y encefalocele, mientras que en el segundo aparece la llamada espina bífida.
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