Según las autoridades francesas los niños menores de 3 años están sujetos a innumerables riesgos si consumen programas televisivos de forma habitual. El insomnio infantil y la adicción son los más importantes.
Los mayores, utilizan la televisión como canguro, ya que es conocido el efecto sedante de la televisión en los niños. Los padres están ocupados y cansados, y los niños se quedan inmóviles y boquiabiertos ante la “tele”, incluso algunos se duermen. Alrededor del año, los bebés ya están sentados frente a su televisor.
Hasta los años 90 apenas había programas para esta franja de edad, pero a partir de los teletubies, el “boom” fue mundial. Aparecieron los Lunnies, Little Einstein, Pocoyo… También es verdad que todos estos programas tienen un contenido educativo, y que hasta este dictamen, la sociedad estaba tranquila pensando que los niños se divertían y aprendían a la vez con estos programas dirigidos a ellos.
Francia prohíbe los programas dirigidos a menores de 3 años.
Sin embargo, el Consejo Superior de Audiovisuales Francés y el Ministro de Sanidad francés dictaminaron lo siguiente: “Los fundamentos científicos sobre el desarrollo cognitivo y físico del niño tienden a demostrar que los programas de televisión creados específicamente para los mas pequeños no tienen ningún efecto positivo sobre su desarrollo psicomotor y afectivo. Al contrario, estudios disponibles subrayan el riesgo ligado al consumo de imágenes televisivas sobre el desarrollo del pensamiento, la imaginación, la integración de emociones y el desarrollo psicomotor.
Para que esto sea efectivo el niño debe utilizar activamente sus cinco sentidos y apoyarse sobre las interrelaciones sociales tanto con niños de su edad como con adultos”. Así pues, cuando los menores de tres años ven demasiada tele, se fomenta la pasividad, surgen problemas de sueño, agitación, hiperactividad, falta de concentración y adicción a la televisión. Así que ninguna cadena francesa desde finales de abril de 2008 puede editar, difundir o promover programas específicamente creados para niños menores de tres años.
En nuestro país todavía se mantiene el debate sobre los beneficios o los riegos de la televisión en los más pequeños. En un entorno social como el nuestro, es difícil mantener a los niños alejados de las pantallas. Han de aprender a filtrar la información que de ella les llega. No todos los niños son iguales, y son los padres quienes tienen que valorar si les viene bien a su hijo. La clave está en aprender a utilizar la TV con sentido común, controlando tanto los contenidos que ven, como el tiempo que pasan delante de las pantallas.
Un buen consejo sería que, cuando son menores de tres años, no abusáramos de la “tele” y no estuvieran más de media hora al día frente a ella. La televisión no deja de ser un electrodoméstico más de la casa, y depende de cómo la usemos crearemos un beneficio o un perjuicio. La “tele” también puede servir para que nuestros hijos aprendan si sabemos dosificarla según su edad y su madurez.