Compartir una jornada de fútbol refuerza los vínculos afectivos entre padres e hijos.
Los más pequeños de la casa disfrutan enormemente compartiendo momentos de emoción y competición deportiva como puede ser la Eurocopa de fútbol. Los niños imitan a sus padres y comparten sus aficiones. Jugar juntos a fútbol, o a juegos virtuales, o simplemente ver juntos un partido, pueden conseguir establecer una comunicación no verbal, a menudo difícil de conseguir debido a la falta de tiempo y el estrés que todos llevamos.
Vibramos con las victorias y sufrimos con las derrotas, dejamos de lado los roles educativos (castigar, reñir, sermonear, los deberes…etc) y compartimos tiempo y emociones con nuestros hijos.
Nos mostramos más relajados y es más fácil establecer vínculos afectivos: nos abrazamos, reímos, comemos palomitas… y motivamos a los más pequeños a iniciarse en el deporte. Amistad, ilusión y deporte es una buena mezcla.