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Cómo alimentar a un niño adoptado

Como alimentar a un niño adoptadoSi tu hijo escupe la segunda cucharada de todo lo que le das o se resiste a los nuevos sabores, aquí tienes algunas recomendaciones prácticas para enseñarle desde pequeño a disfrutar del placer de la comida.

ara algunos niños el cambio de alimentación supone una dificultad mayor que para otros. Si tu hijo estaba acostumbrado a comer siempre lo mismo, puede que al principio le cueste asimilar sabores y texturas distintas. Tómatelo como una carrera de fondo, no como un problema a solucionar cuanto antes. La adquisición de hábitos es siempre una cuestión de tiempo.

– Averigua qué estaba acostumbrado a comer. En algunos lugares, los orfanatos y los centros de acogida dan sólo biberones y dieta blanda a los niños aunque hayan superado de largo el año de edad. Si tu hijo se resiste a probar los sólidos, dale tiempo. Los purés y los biberones pueden ser aún durante un tiempo la base de su dieta, mientras poco a poco vas introduciendo pequeños trocitos de alimentos sólidos. Si tu hijo es aún un bebé y rechaza los biberones, tal vez sea porque está acostumbrado a que su contenido esté rebajado con agua. En este caso, le será más fácil acostumbrarse al cambio si al principio mezclas la papilla o la leche con un poco de agua, y poco a poco vas reduciendo la cantidad de líquido añadido.

– Introduce los nuevos alimentos de uno en uno. La transición a una nueva alimentación será más fácil si es gradual. Una dieta equilibrada no tiene necesariamente que contener un número amplísimo de alimentos. Si a tu hijo le encanta el arroz pero rechaza las patatas o el pan, piensa que, desde un punto de vista nutritivo, todos ellos son igualmente válidos para proporcionarle los hidratos de carbono que necesita.

– Si se resiste, no insistas. Si la primera vez que le das a probar un alimento no le gusta, deja pasar algunos días antes de volverlo a intentar.

– Un pedacito, mejor que un plato. Asimilar un nuevo sabor o una nueva textura es más fácil si las primeras veces le das sólo un pedacito o una cucharada. Trata de presentar cada nuevo alimento como algo divertido e interesante.

– Haz que participe en la preparación de los alimentos. Dependiendo de la edad, puede ayudarte a batir los huevos, cortar con las manos la lechuga o verduras blandas, empanar la carne, etc. Es divertido ¡y ningún niño se resiste a probar lo que él mismo ha preparado!

– No te agobies. Si tu hijo come poco pero su pediatra no se muestra preocupado, no tengas prisa. Si el tema te produce ansiedad, aunque no lo desees, se la transmitirás a tu hijo y eso empeorará las cosas. Piensa que el cuerpo humano está genéticamente preparado para sobrevivir, y que ningún niño muere de hambre cuando tiene alimentos sanos a su alcance. Los libros Mi niño no me come, de Carlos González o ¡Niños a comer! de Julián Lirio pueden serte muy útiles para afrontar el tema con tranquilidad.



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